lunes, 13 de mayo de 2013

FALACIA PATÉTICA


Un día el piso empezó a menguar. Fue un proceso lento, tenaz, inexorable: el espacio se fue contrayendo hasta reducirse a este cubículo en el que vivo ahora y en el que apenas puedo moverme. Hoy he recibido una llamada. Era ella. Al oír su voz, de pronto he reparado en que todo se fue empequeñeciendo desde el día de su marcha. Me ha confesado que quiere volver. Me ha rogado que la deje volver. Y yo no sé cómo decirle que sí, que me encantaría que volviera, pero que aquí ya no hay sitio para los dos.




__________________________________________________________
*Este micro es la ampliación de un nanorrelato que alguno de vosotros ya habrá leído. Me pareció que la idea tenía un poco más de recorrido. 



6 comentarios:

  1. Es muy posible, o eso me quiero creer yo, que el espacio (estando juntos) se agrande o que simplemente no sea un problema.
    Estas cosas pasan.

    ResponderEliminar
  2. Estupendo relato, y patéticamente real. La vida en pareja, muchas veces, nos va llevando por un camino en el que, casi sin darnos cuenta, vamos perdiendo las significaciones en común, se va diluyendo, inexorablemente, la imagen de uno en el Otro. Y el alma se empequeñece, y no hay vuelta atrás. Un abrazo grande, Iván.

    ResponderEliminar
  3. Muy bien, Iván. Da para muchas interpretaciones. Me quedo con la del regreso al tamaño propio del protagonista, donde se siente él, y teme volver a una convivencia que le sobrepasa.

    ResponderEliminar
  4. Yo conozco a quienes su espacio lo han reducido tanto en el día a día, que les es imposible compartirlo con nadie. Y lo peor es que cuanto más tiempo pasa menos sitio dejan para que entre cualquiera. Y al mismo tiempo no pueden dejar de lamentarse de exceso de momentos solitarios. Sí, así son. Y los he visto muy bien descritos en tu micro, Iván. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Pues para estar reducido el espacio te ha salido muy apañao. Doliente micro que duda en su final. Es genial.

    ResponderEliminar
  6. Precioso el micro en lo metafórico, y es verdad que cuando el abandono te hace clausurar y clausurar más espacios para el otro, es sumamente difícil volver a abrir las puertas cerradas, las paredes juntas o la respiración compartida.
    Me alegra haber llegado hasta aquí.

    ResponderEliminar